Cinco jóvenes nacidos en Galápagos están transformando la historia de la ciencia en el archipiélago. Por primera vez, un equipo cien por ciento local presentó sus propias investigaciones en el Primer Congreso Ecuatoriano de Herpetología, marcando un antes y un después para la conservación liderada desde las islas.
Cristian Gil, Walter Chimborazo, Adrián Cueva, Janaí Yépez y Roberto Jiménez crecieron rodeados de tortugas gigantes, manglares e iguanas. Su conexión con la naturaleza no vino de los libros, sino de la experiencia directa.
Desde temprana edad soñaron con estudiar y proteger ese entorno que los formó. Sin embargo, en Galápagos, soñar con ser científico, ha significado muchas veces tener que partir. : “Hacer ciencia en Galápagos es una meta lejana cuando se nace lejos de los centros académicos del país y se carece de acceso a universidades, mentorías y oportunidades profesionales,” comparte Cristian Gil, quién salió del país para estudiar en Argentina, pero tuvo que volver al verse su travesía interrumpida por la pandemia.
Migrar es una decisión difícil, y puede ser económicamente complicada para muchas familias. Sin apoyo, muchos jóvenes terminan dejando de lado sus sueños, y con ello, la ciencia pierde una perspectiva insustituible: la de quienes conocen y aman este lugar desde la infancia.
Estos cinco jóvenes no solo comparten una profunda conexión con la naturaleza de Galápagos. También comparten una historia que está cambiando paradigmas: son el primer equipo científico conformado exclusivamente por galapagueños dentro de Galápagos Conservancy.
Su formación ha sido acompañada paso a paso con participaciones en expediciones científicas, y con mentoría directa de referentes como el Dr. James Gibbs y el Dr. Jorge Carrión. Además, Galápagos Conservancy les proporciona un entorno laboral e incentivos financieros para crecer académicamente sin tener que dejar las islas.
Janaí Yépez, por ejemplo, quien estudia Tecnología Ambiental a distancia mientras trabaja en campo, cuenta que “es desafiante, pero también una ventaja. Cada clase tiene sentido porque la conecto con lo que veo. Siento que estoy aprendiendo para cuidar lo que amo.”
Hoy, los miembros de este grupo han profundizado sus conocimientos sobre los ecosistemas únicos de Galápagos y se ha enfocado en especies que requieren acción urgente, como las tortugas gigantes y las iguanas terrestres amarilla y rosada. Su trabajo, constante y riguroso, ya empieza a ser reconocido más allá del archipiélago.
Roberto Jiménez inició su camino como asistente de campo en la Estación Científica Charles Darwin, y luego fue guardaparque por dos décadas. Hoy también es investigador. “Pasé muchos años protegiendo la biodiversidad desde el campo, pero ahora también hago investigación. Eso me llena de satisfacción. Saber que mi aporte como científico galapagueño contribuye al cuidado del lugar que me vio crecer es algo que me motiva cada día”.
Durante el Primer Congreso Ecuatoriano de Herpetología, realizado en la ciudad de Loja del 27 al 29 de marzo de 2025, los cinco científicos galapagueños presentaron sus investigaciones ante expertos de todo el país. Uno de los simposios, coorganizado por Galápagos Conservancy, se centró en reptiles del archipiélago. Allí compartieron hallazgos sobre la ecología de la iguana rosada, la dieta de tortugas e iguanas terrestres, el plan de reintroducción de tortugas gigantes en Floreana, la restauración ecológica de Santa Fe y los avances en la recuperación de poblaciones de tortugas gigantes en el archipiélago.
Para ellos no fue solo una presentación, fue su debut como protagonistas en la comunidad científica del país. “Me sentí muy motivado —comenta Adrián Cueva. Fue la primera vez que expuse en un evento como este y me sentí muy orgulloso de representar a mi equipo y a las islas.”
Para Adrián, quien también recientemente culminó su carrera como tecnólogo superior en Protección del Medio Ambiente, su participación validó no solo su trabajo, sino la posibilidad real de construir ciencia de calidad desde Galápagos, con identidad local y compromiso profundo con el territorio.
Sin el fortalecimiento del talento local, la ciencia en Galápagos seguirá dependiendo de expertos externos, muchas veces desconectados de la realidad de las islas. Se perderá el conocimiento que nace del contacto diario con el entorno, y se debilitará el vínculo entre conservación y comunidad.
Gracias al apoyo de Galápagos Conservancy, hoy emerge una nueva generación de líderes que hacen ciencia de calidad, con raíces en la tierra que los vio nacer. Evidencian que el conocimiento no siempre llega de afuera, también se construye desde adentro, con amor, compromiso y pertenencia.
Porque apoyar a estos jóvenes científicos es también proteger el futuro de Galápagos.
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