Actualmente, como parte de la Iniciativa Galápagos, genetistas de las universidades de Princeton, Newcastle, Oxford y Yale, junto con otras instituciones, están desarrollando una investigación crucial sobre la taxonomía de las tortugas gigantes de Galápagos. Este equipo internacional se enfrenta a un dilema de 300 años: ¿Son todas las tortugas gigantes, cuyas poblaciones están dispersas por los volcanes e islas de Galápagos de una sola especie, o pertenecen a muchas especies diferentes?
Esta interrogante ha sido discutida durante siglos. Las tortugas llegaron al archipiélago de Galápagos y se dispersaron por sus islas y volcanes, adaptándose a las condiciones locales a lo largo de los últimos 2-3 millones de años. Este período, aunque relativamente corto en términos de adaptación al nuevo entorno, ha sido crucial para su supervivencia y desarrollo en las islas. Esto sugiere que están en un proceso de adaptación temprana y aún no han tenido tiempo suficiente para evolucionar completamente como especies separadas. Por otro lado, varias poblaciones han permanecido aisladas por el océano durante más de un millón de años, lo que ha llevado a diferencias significativas en tamaño, forma y comportamiento. Estas divergencias indican que podrían haberse adaptado como especies distintas.
Galápagos Conservancy financia esta investigación dada la importancia de responder a esta interrogante para contribuir al fortalecimiento del manejo y conservación de las tortugas gigantes de Galápagos. El desafío radica en cómo los encargados de tomar decisiones determinan dónde dirigir sus esfuerzos de conservación, cuando no tienen una comprensión clara de lo que están protegiendo. Por ejemplo, si todas las tortugas pertenecen a una sola especie, entonces mantener algunas poblaciones sólidas en ciertas áreas del archipiélago podría ser suficiente para «salvar la especie». Esta perspectiva es apoyada por muchos biólogos y está siendo cada vez más aceptada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Sin embargo, si cada población de tortugas en cada isla y/o volcán representa una especie única, entonces cada una de ellas debe recibir igual atención en términos de conservación. Esta idea ha sido defendida durante mucho tiempo por la Dirección del Parque Nacional Galápagos y por numerosos conservacionistas.